Se necesitan ideas nuevas, disruptivas, para resolver los graves problemas actuales.
En estos días se están viviendo situaciones límites.
La inflación no solo que no afloja, sino que todo indica que seguirá subiendo.
La inseguridad tampoco da tregua y cada vez se dan casos más violentos.
Argentina está en estado crítico y la dirigencia política no lo percibe tal como lo demandan sus ciudadanos. La alta política está en otro juego; un juego relacionado con cuestiones judiciales que los sitúan a años luz de distancia de las preocupaciones reales de todos los vecinos.
Cuando ocurren este tipo de crisis, los gobiernos eligen como método, salir con anuncios y promesas grandilocuentes, de difícil o inmediato cumplimiento.
El problema económico central es la inflación.
Problema que los gobiernos argentinos no pueden (no saben o no quieren) solucionar debido a que parten de un diagnóstico equivocado y continúan administrando con déficit fiscal (la causa de la inflación) financiándolo a través de la emisión monetaria o la toma de deuda.
Dicha situación tiene su impacto directo en la cantidad de personas pobres o indigentes que están en niveles trágicos y sin vistas de disminución.
Ante esta situación, el gobierno nacional hace lo que han hecho todos los gobiernos, que es reforzar las ayudas sociales. Estas por sí mismo son necesarias, pero no suficientes para que los que están en la pobreza y sin trabajo puedan incorporarse al mercado laboral de manera formal. Es como el perro que se muerde la cola.
Los políticos ahora están pensando en las próximas elecciones donde el que gane seguramente llegará sin ninguna idea disruptiva para romper esta inercia que nos está asfixiando en lo económico y matando con la inseguridad.
El vecino soporta estoicamente todo lo que le sucede y tiene la potestad de elegir a sus dirigentes.
Urge una verdadera renovación de la clase política que tenga modelos mentales diferentes para solucionar los problemas urgentes, pero con la necesidad de atacar las causas que generaron esos problemas.
Caso contrario, es decir, seguir haciendo las mismas cosas, nos condenará a sufrir consecuencias todavía más angustiantes ya sea desde el punto de vista económico, social y la inseguridad.
Es tiempo de comprometerse.
Da la sensación que la cantidad de pobres en este gobierno no hacen tan grave y dramática la situación como en gobiernos de otro signo político.
Repetir hasta el cansancio algo que atribuyen a Einstein respecto a que “es imposible resolver los problemas con los mismos actores y mecanismos que crearon dichos problemas”.
Nos urge salir de la trampa de romantizar la pobreza como lo hace gran parte de la dirigencia política.
Por Pedro Rossi. Consultor de PYMES, profesor UNNOBA, UCA e ISFDyT Nº 5. Comunicador, conductor de SinRodeos en Radio Criterio FM 88.1. Publicó dos libros: “Argentina, un espacio para rehacer” y “Nuestro presente: consecuencia de nuestro pasado y causa de nuestro futuro”. Correo: pedrorossi@live.com